La fiesta de la Anunciación se celebrar el 25 de marzo. Cuando el 25 de marzo cae en Domingo de Ramos, en Semana Santa o en la octava de Pascua, la fiesta se pospone.
Celebrada desde mediados del siglo VII en la Iglesia latina, es una fiesta importante para los cristianos, ya que conmemora el anuncio a María -comunicado por el arcángel Gabriel- de que sería madre de un niño verdaderamente «único»: «Será grande, se llamará Hijo del Altísimo» (Lucas 1,32).
La elección del 25 de marzo, que se remonta a los primeros siglos, está vinculada a la del 25 de diciembre para la celebración de la Navidad, lo que llevó a los primeros cristianos a fijar el 25 de marzo como fecha de su concepción y primer momento de la Encarnación.
Además, una vez establecida la conmemoración anual del nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, era natural conmemorar el comienzo de su vida en el vientre de María nueve meses antes.
El arcángel Gabriel le explica que llevará en su seno al Niño Dios permaneciendo virgen: el nacimiento de Jesús que toma carne no es el resultado de una paternidad humana, sino el fruto de una intervención creadora del Espíritu.
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