Este fin de semana se celebra la campaña contra el hambre de Manos Unidas; la institución de la Iglesia Católica en España encargada de ayudar, promocionar y desarrollar a los países en vías de desarrollo. Esta asociación se encuentra presente en 72 delegaciones repartidas por todo el territorio nacional y sus fondos provienen de las cuotas de socios, colecta anual de las parroquias (como se realizará en estos días) y donativos.
Bajo el lema «El Efecto Ser Humano», se busca concienciar que el maltrato al planeta tiene consecuencias mayores al otro lado del mundo, y destacar ese doble poder del ser humano para transformarlo: para bien y para mal pues somos «la única especie capaz de cambiar el planeta».
Dentro del quinquenio 2023-2027 «El reto de la dignidad: Liberar a la humanidad de la pobreza, del hambre y de la desigualdad desde los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)», este 2024 se plantean desde Manos Unidas el reto de alcanzar «un planeta sostenible, sin pobreza, hambre, ni desigualdad»; es decir, una casa común en la que podamos vivir con dignidad todos los seres humanos.
La amenaza climática que se extiende por todo el mundo no nos afecta por igual. Mientras una parte de la humanidad tiene muchas posibilidades de hacer frente a las adversidades climáticas, hay millones de personas y comunidades muy vulnerables, con menos recursos, que se ven mucho más afectadas por los impactos negativos del cambio climático. Desde Manos Unidas defienden que la lucha contra el cambio climático, para ser justa, debe centrarse en los más vulnerables que son los menos responsables y los más afectados por sus consecuencias. Por ello, están apoyando en el Sur, entre otros, proyectos de energías renovables como la solar, la eólica o de cocinas mejoradas, reforestación de bosques con especies locales, mejoras en el suministro de aguas y reducción de pérdidas y daños, agricultura sostenible con diversificación de cultivos para que se adapten mejor a climas cambiantes, etc.
La esperanza es que se pueda reorientar el rumbo para resolver las dificultades, sobre todo cuando estas merman la dignidad de los últimos. Porque, como dice el Papa: «Se necesita una acción urgente, valiente y responsable».
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