Su fiesta se celebra al día siguiente de la de San Pedro y San Pablo, los mártires principales, pero no los primeros. Antes de los apóstoles, murieron otros cristianos en Roma.
¿Quiénes son? ¿Cuántos eran? No podemos dar una respuesta exacta. Pero, ya en el escritor romano Tácito, pagano del s. I, encontramos noticia de cómo Nerón ejecutó con suplicios refinados a un gran número de cristianos con ocasión del incendio de Roma, atribuido generalmente al mismo emperador.
Los nombres de estos héroes confesores de la fe permanecieron en el anonimato, y su sepultura nos es desconocida. No había nacido aún el culto a los mártires, que se desarrolló en torno a los sepulcros. Por eso, los peregrinos que visitaban las catacumbas romanas, no encuentran en ellas sus recuerdos ni los pueden ver como ven los de Pedro y Pablo. Sin embargo, estos cristianos anónimos abrieron el camino que seguirían los mártires famosos, y merecen nuestro respeto y veneración.
ORACIÓN:
Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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