Ayer se celebraba la festividad de San Pablo Miki y compañeros mártires pero dentro de este grupo de mártires se celebraba a un mártir gallego, San Francisco Blanco.
Nuestro santo nació en O Tameirón, en la provincia de Ourense, en el año 1570. Se formó en un colegio jesuita en Monterrei, en la misma provincia en la que había nacido. Posteriormente, cursó estudios en la Universidad de Salamanca y no tardó demasiado en ingresar en la orden franciscana en el convento de Villalpando (Zamora). Poco tiempo después de cumplir los veinte años comienza su vida misionera. Es destinado a Oriente, a donde llegará después de varias paradas. Para iniciar su viaje debe viajar a Sevilla, a donde fue caminando. En su primera etapa alcanza México, donde fue ordenado sacerdote. Después marcha hacia Manila (Filipinas) y de allí a Nagasaki (Japón). Era tal su afán evangelizador que se dice de él que aprovechó la larga travesía por mar para aprender japonés y estar así bien preparado para hablarles a los nativos de Dios.
En el país nipón se va a encontrar con una atmósfera enrarecida y hostil. El soberano del país (daimio) no estaba conforme con la predicación de los cristianos que allí llegaban. El cristianismo fue prohibido y no tardó demasiado en emitir una orden de persecución contra ellos. La pena no podía ser más dura: pagarían su fe con la muerte. Así pues, a finales del año 1596, poco después de llegar a Japón, San Francisco Blanco fue detenido junto con otros religiosos y condenados a morir crucificados. En febrero del año siguiente la condena fue ejecutada. San Francisco Blanco era crucificado y atravesado por las lanzas japonesas en una colina de Nagasaki, junto con otros veinticinco religiosos franciscanos y jesuitas, y algunos laicos. Después de la ejecución, los soldados japoneses tuvieron que intervenir ante la avalancha de cristianos que querían honrar a los mártires. Acudían frecuentemente a orar a la colina, por lo que el
Gobierno mandó cubrir los cuerpos y construir una empalizada de bambú para evitar que honraran a aquellos hombres que dieron su vida por la fe.
Todos aquellos mártires fueron beatificados en 1627 por el Papa Urbano VIII. Más de dos siglos después, en el 1862, fueron canonizados por Pío IX. Se recuerda su martirio el 6 de febrero aunque en la diócesis de Ourense se recuerda el 5 de Febrero como sucede con San Felipe de Jesús (compañero en el martirio y primer mártir de México). San Francisco Blanco se dice que había sido un hombre humilde, discreto, de mente clarividente y de carácter pacífico.
San Francisco Blanco, ruega por nosotros
Comments